"For God so loved the world,
That He gave His only Son.
That whoever believes in Him,
Shall not perish, but have eternal life."
"For God so loved...
So loved the world.
The Father gave,
The Son was sent,
Love eternal poured on us."
"Whoever believes,
Shall not perish,
Whoever believes,
Will live forever."
"For God so loved...
That He gave His only Son.
Eternal life, eternal grace,
Through Jesus Christ, the Lamb of God."
"Love that never ends..."
"Hope that never dies..."
"The gift of heaven—eternal life."
"For God so loved the world,
That He gave His only Son.
Whoever believes in Him,
Shall not perish, but live forever."
"Eternal life... in Christ."
“Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que dio a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en Él cree
no se pierda, sino que tenga vida eterna.”
“Porque Dios amó…
amó tanto al mundo.
El Padre entregó,
el Hijo fue enviado,
el amor eterno se derramó sobre nosotros.”
“El que cree,
no perecerá.
El que cree,
vivirá para siempre.”
“Porque Dios amó…
y dio a Su único Hijo.
Vida eterna, gracia sin fin,
por medio de Jesucristo, el Cordero de Dios.”
“Amor que no termina…”
“Esperanza que no muere…”
“El regalo del cielo: vida eterna.”
“Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que dio a Su único Hijo.
El que en Él cree,
no morirá, sino que vivirá para siempre.”
“Vida eterna… en Cristo.”
Esta canción es una declaración pura del Evangelio, inspirada directamente en Juan 3:16, el corazón del mensaje cristiano.
Cada línea exalta el amor de Dios como un acto de entrega total: el Padre que da, el Hijo que viene, y la humanidad que recibe gracia.
No hay complejidad doctrinal, solo la verdad esencial del cristianismo: el amor redentor de Dios revelado en Cristo.
El texto no se centra en el castigo ni en el juicio, sino en la invitación —una puerta abierta a la vida eterna.
Emocionalmente, transmite serenidad, gratitud y adoración.
Es una meditación en la bondad divina, una celebración del amor que salva y permanece.
La frase final resume todo el mensaje:
la vida eterna no es solo una promesa futura, sino una realidad presente en Cristo Jesús.