Es una canción que desnuda la autosuficiencia espiritual y el engaño de una fe tibia. Inspirada en el mensaje a la iglesia de Laodicea, confronta la comodidad y el orgullo de una generación que ha cambiado el fuego de Dios por brillo material y distracción digital.
A través de una voz firme y compasiva, Cristo llama a abrir la puerta del corazón, ofreciendo oro refinado, vista restaurada y comunión eterna.
Un clamor a despertar del letargo espiritual y volver al amor verdadero: el Amén, el Fiel y Verdadero, que aún llama y espera.
You say “I’m rich,” but you are blind,
naked truth you fail to find.
You traded fire for gold and screens,
lukewarm hearts in digital dreams.
I stand and knock, but you scroll away,
I call your name, but you delay.
Buy from Me — gold refined,
see again — eyes aligned.
Behold, I stand at your door —
and if you open, I’ll restore!
No more masks, no more pride,
sit with Me, glorified!
Those I love, I discipline —
so burn again, be born within!
The Amen speaks — the Faithful True,
the Kingdom waits... for you.
Dices: “Soy rico”, pero estás ciego,
la verdad desnuda no logras ver.
Cambiaste el fuego por oro y pantallas,
corazones tibios en sueños digitales.
Yo estoy de pie y llamo, pero tú sigues deslizando,
te llamo por tu nombre, pero demoras.
Compra de Mí — oro refinado,
vuelve a ver — ojos alineados.
He aquí, estoy a la puerta y llamo —
y si abres, te restauraré.
Sin más máscaras, sin más orgullo,
siéntate conmigo, glorificado.
A los que amo, disciplino —
así que arde de nuevo, nace dentro.
El Amén habla — el Fiel y Verdadero,
el Reino espera… por ti.
Este texto se inspira en la carta a la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:14–22), una de las más confrontativas y a la vez esperanzadoras del mensaje de Cristo. Representa a la iglesia o al creyente que confía en sus riquezas y apariencias, pero ha perdido la verdadera comunión con Dios.
Teológicamente, denuncia la autosuficiencia espiritual y la tibieza del corazón, símbolo de una fe que no arde ni por el pecado ni por la gracia. Cristo se muestra como el Amén, el testigo fiel y verdadero, que no solo corrige, sino que invita con ternura: “He aquí, estoy a la puerta y llamo”.
Emocionalmente, el texto es un clamor de amor y restauración. El tono es de advertencia y de anhelo: Jesús llama a un corazón distraído por el brillo moderno (“oro y pantallas”), recordando que la verdadera riqueza es el fuego del Espíritu, la pureza del alma refinada en comunión con Él.
La frase “burn again, be born within” expresa el deseo divino de reavivar la pasión perdida y renovar el nuevo nacimiento espiritual, cerrando con una promesa: el Reino espera pacientemente al hijo amado que decida volver.