Esta canción está inspirada en la visión del profeta Ezequiel del valle de los huesos secos, y celebra el poder transformador del Espíritu de Dios. Habla de cómo la voz del Señor trae vida donde solo hay muerte, restaurando cuerpos, almas y esperanza. Cada verso es un llamado a levantarse, a experimentar la renovación divina y a confiar en que ninguna tumba ni cadena puede detener el aliento vivificante de Cristo. Es un himno de resurrección, victoria y manifestación del poder de Dios sobre la muerte.
I walked through the shadows of endless graves,
A sea of bones, the silence enslaves.
Dust of the fallen, whispers in chains,
Hopeless remains cry out in pain.
But the voice of the Lord breaks through the sky,
“Son of man, speak, and they shall rise!”
Breath of Heaven, Spirit of Might!
Come to the valley, bring death to life!
From ashes to armies, Your power is shown,
You raise the dead — in a valley of dry BONES!
Sinews and flesh, they cover the frame,
But without breath, they’re empty and chained.
Then from the four winds, thunderous cries,
The Spirit descends, the army will rise!
Echoes of glory, the earth shakes loud,
The Lord of Hosts commands the crowd!
Breath of Heaven, Spirit of Might!
Come to the valley, bring death to life!
From ashes to armies, Your power is shown,
You raise the dead — in a valley of dry bones!
Rise! Rise! Soldiers of light!
The grave cannot hold the breath of Christ!
Rise! Rise! Break every chain!
The Spirit of God is stronger than the grave!
Breath of Heaven, Spirit of Might!
Come to the valley, bring death to life!
From ashes to armies, Your kingdom is known,
You raise the dead — from the valley of dry bones!
Breath returns… and the dead shall rise.
Caminé entre las sombras de tumbas sin fin,
un mar de huesos, el silencio domina.
Polvo de los caídos, susurros encadenados,
restos sin esperanza claman con dolor.
Pero la voz del Señor rompe el cielo:
“Hijo de hombre, habla, y ellos vivirán.”
Aliento del cielo, Espíritu de poder,
ven al valle y trae la vida al ser.
De las cenizas surgen ejércitos, se muestra Tu poder,
Tú levantas a los muertos, ¡en el valle de los huesos secos!
Tendones y carne cubren el cuerpo,
pero sin aliento siguen vacíos y presos.
Entonces, desde los cuatro vientos, un clamor retumba,
el Espíritu desciende, el ejército se levanta.
Ecos de gloria, la tierra tiembla,
el Señor de los ejércitos da Su orden.
Aliento del cielo, Espíritu de poder,
ven al valle y trae la vida al ser.
De las cenizas surgen ejércitos, se muestra Tu poder,
Tú levantas a los muertos, ¡en el valle de los huesos secos!
¡Levántense! ¡Levántense! ¡Soldados de luz!
La tumba no puede retener el aliento de Cristo.
¡Levántense! ¡Levántense! ¡Rompan toda cadena!
El Espíritu de Dios es más fuerte que la tumba.
Aliento del cielo, Espíritu de poder,
ven al valle y trae la vida al ser.
De las cenizas a los ejércitos, Tu reino se da a conocer,
Tú levantas a los muertos del valle de los huesos secos.
El aliento regresa… y los muertos se levantarán.
Esta canción se inspira en Ezequiel 37, la visión del profeta en el valle de los huesos secos, uno de los pasajes más potentes sobre la restauración espiritual y el poder vivificante del Espíritu Santo. El autor usa un lenguaje poético y apocalíptico para representar cómo Dios transforma la muerte en vida mediante Su palabra y Su Espíritu.
El “valle de los huesos secos” simboliza un pueblo sin esperanza, espiritualmente muerto, incapaz de levantarse por sí mismo. Pero en medio del silencio y del polvo, se oye una orden divina:
“Hijo de hombre, profetiza… y vivirán.”
La canción transforma esta visión profética en un clamor de resurrección espiritual. El “Aliento del cielo” es el Ruaj Elohim, el Espíritu del Señor que sopla sobre lo muerto y lo vivifica. Cada estrofa aumenta en intensidad hasta llegar al grito de guerra espiritual:
“Rise! Rise! Soldiers of light!”
Un llamado a la Iglesia como ejército vivo, restaurado por el Espíritu de Cristo, que vence al poder del sepulcro.
El contraste entre los huesos secos y el ejército de luz revela una verdad profunda: la fe no florece en la comodidad, sino en los valles de la imposibilidad, donde solo la voz de Dios puede traer vida.
El tema central es la soberanía del Espíritu: solo Él puede soplar vida donde hay muerte, esperanza donde hubo ruina. Emocionalmente, el canto pasa de la desolación a la gloria, del polvo al poder, del silencio al estruendo celestial, reflejando la dinámica de toda redención.
El final —“El aliento regresa… y los muertos se levantarán”— no es solo una declaración profética, sino una anticipación de la resurrección final en Cristo, donde el mismo poder que llenó aquel valle volverá a soplar sobre toda la creación.