Esta canción es una declaración de confianza inspirada en el Salmo 91, un himno de refugio y fe inquebrantable en medio del peligro. Habla de morar bajo las alas del Altísimo, donde ningún mal ni temor puede prevalecer. Cada verso refleja la seguridad del creyente que confía en la fidelidad de Dios, guiado por Sus ángeles y sostenido por Su promesa eterna. Es un canto de protección, consuelo y esperanza: el alma que ama y busca al Señor encuentra descanso, salvación y vida abundante bajo Su sombra.
Those who dwell where You reside
Rest beneath the wings that hide
I call You fortress, Lord Most High
My refuge when the storms fly by
No fear in night, no deadly blow
Your truth defends me down below
Though thousands fall at either side
You guard my soul, I won’t hide
You cover me — I’m not alone
You lift me up and call me home
No evil can outrun Your plan
I stand secure in where I am
No plague invades the sacred ground
No shadows pull Your promise down
Your angels walk where I must tread
They lift me high above the dread
They guard my way, I won’t fall through!
Even the stones obey what You do!
Then heaven speaks, a voice so true:
"And now I’ll tell you what I’ll do..."
Because he loves Me, I’ll protect
I’ll raise him up when foes connect
He knows My name, he’s called it loud
So I’ll surround him like a cloud
When he cries, I’ll answer fast
I’ll walk with him through fires that last
I’ll rescue him, I’ll lift him high
And show My glory as I pass by
With long, full life I’ll satisfy
And let him see salvation’s sky
He’ll know My faithfulness remains
Through storms, through years, through joy and pain
You cover me — I’m not alone
You lift me up and call me home
Your promise holds, Your word is flame
Forever I will bless Your name
Safe in the shadow, close to Your side
You are my shelter, my peace, my guide
In life, in death, I won’t be afraid
Your love endures, it never fades
Los que habitan donde Tú moras
descansan bajo las alas que protegen.
Te llamo fortaleza, Señor Altísimo,
mi refugio cuando las tormentas rugen.
No temeré en la noche, ni al golpe mortal,
Tu verdad me defiende en lo terrenal.
Aunque miles caigan a mi alrededor,
Tú guardas mi alma, no tengo temor.
Tú me cubres — no estoy solo,
me levantas y me llamas a casa.
Ningún mal puede escapar de Tu plan,
permanezco seguro donde estoy.
Ninguna plaga invade el suelo santo,
ninguna sombra derriba Tu promesa.
Tus ángeles caminan donde piso,
me levantan por encima del miedo.
Ellos guardan mi camino, no caeré,
¡aún las piedras obedecen Tu poder!
Entonces el cielo habla, una voz tan fiel:
“Y ahora te diré lo que haré...”
Porque me ama, lo protegeré,
lo levantaré cuando el enemigo lo ataque.
Conoce Mi nombre, lo ha proclamado,
así que lo rodearé como una nube.
Cuando clame, responderé pronto,
caminaré con él por el fuego duradero.
Lo rescataré, lo elevaré,
y mostraré Mi gloria al pasar.
Con larga vida lo saciaré,
y le mostraré el cielo de salvación.
Sabrá que Mi fidelidad permanece,
en tormentas, en años, en gozo y dolor.
Tú me cubres — no estoy solo,
me levantas y me llamas a casa.
Tu promesa firme, Tu palabra llama,
por siempre bendeciré Tu nombre.
Seguro a la sombra, junto a Tu lado,
Tú eres mi refugio, mi paz, mi guía.
En vida o muerte, no temeré,
Tu amor perdura, nunca se apaga.
Esta canción está inspirada directamente en el Salmo 91, uno de los textos más consoladores de toda la Escritura. La letra traduce su mensaje en lenguaje poético moderno, manteniendo el corazón del salmo: la seguridad absoluta del creyente bajo la protección divina.
Teológicamente, expresa la fe en un Dios soberano que no sólo protege, sino que habita con el que confía en Él. Las “alas” evocan la ternura del Creador —como un refugio cálido—, mientras que la imagen de la “fortaleza” revela Su poder invencible. La canción alterna entre el clamor del creyente y la respuesta del mismo Dios, que promete protección, presencia y vida eterna.
El tono emocional es de paz profunda, confianza y gratitud, pero también de intimidad: no se trata de un Dios lejano, sino de un Padre que cubre, responde y camina con Su hijo a través del fuego y la noche.
La frase final —“Tu amor perdura, nunca se apaga”— resume todo el mensaje: la fe cristiana no elimina el peligro, pero ofrece algo infinitamente mayor —la seguridad de una relación inquebrantable con el Dios que guarda, salva y permanece.