Es una canción que celebra la fidelidad de los creyentes que permanecen firmes en medio de la prueba. Expresa el valor de aquellos que, aunque son oprimidos y rechazados, siguen confiando en Cristo con un corazón incorruptible.
Sus letras reflejan una verdad eterna: la muerte no puede silenciar un alma renacida.
Habla del fuego que purifica, de la esperanza que vence al miedo y de la corona de vida prometida a quienes perseveran hasta el final.
Una declaración de fe, resistencia y victoria espiritual en medio del dolor.
Persecuted, but not crushed,
poor in gold, rich in trust.
Chains can’t hold a soul reborn,
death can’t silence what was sworn.
Fear not the flame, fear not the blade,
the crown of life for those who stayed.
Be faithful to death — your victory stands!
The first and last holds your hands!
Through pain and fire, your soul refined,
you wear the crown no death can bind!
They kill the body, not the soul...
the Lion guards what hell can’t hold.
“Be faithful...
and live...”
Perseguido, pero no aplastado,
pobre en oro, rico en confianza.
Las cadenas no pueden retener un alma renacida,
la muerte no puede silenciar lo que se juró.
No temas la llama, no temas la espada,
la corona de vida es para los que permanecieron.
Sé fiel hasta la muerte — ¡tu victoria permanece!
El Primero y el Último sostiene tus manos.
A través del dolor y el fuego, tu alma es refinada,
¡llevas la corona que ninguna muerte puede atar!
Matan el cuerpo, no el alma...
el León guarda lo que el infierno no puede sostener.
“Sé fiel...
y vive...”
Teológicamente, esta letra refleja las promesas bíblicas de Apocalipsis 2:10, donde se llama a los creyentes a ser fieles incluso ante la persecución, con la seguridad de que Dios recompensa la fidelidad con la corona de vida y la salvación eterna. La muerte física no puede tocar el alma redimida, y la fe en Cristo garantiza victoria sobre cualquier adversidad o intento del mal.
Emocionalmente, transmite fortaleza, esperanza y valentía frente al sufrimiento. Inspira a los creyentes a confiar en la soberanía de Dios (“El Primero y el Último sostiene tus manos”) y a mantener la fe en medio de pruebas, recordando que la recompensa espiritual es eterna y segura, más allá del sufrimiento presente. La imagen del León alude a Cristo como protector y vencedor, reforzando la seguridad y el valor de permanecer fiel.