Esta versión del Salmo 47 es una explosión de adoración triunfante y poder sonoro, transformada en un himno metal lleno de energía y reverencia. Conserva el mensaje central del salmo: Dios es el Rey supremo sobre todas las naciones, digno de aplausos, gritos de júbilo y rendición total. La letra celebra Su entronización y dominio universal, mostrando cómo los reyes, los tronos y toda la creación se inclinan ante Él. Con riffs veloces, baterías intensas y un coro épico, expresa la victoria divina y la unidad del mundo bajo el gobierno del Rey de reyes.
Clap your hands, all nations roar,
the King ascends, His throne secure.
Shout to Him with voices loud,
every nation bows, every crown falls down.
He reigns above the storm,
the heavens tremble at His call.
Earth shakes beneath His feet,
the rulers fade, the proud will fall.
Sing praise, for He rides the clouds,
victory His banner, mercy His shroud.
He chose the tribes, He lifted the saints,
His promises stand when the world decays.
Clap your hands!
Shout to the King of kings!
Every throne bows,
every heart sings!
Reign over all,
from the mountains to the seas!
The Lord is exalted —
and all creation agrees!
The shields of the earth belong to Him,
the battle cries will end in His hymn.
From Zion comes the law of love,
His spirit reigns, His will above.
Rejoice! The Lord reigns!
Rejoice! The world proclaims!
Every king and every throne
bow before the Great Unknown!
Clap your hands!
Shout to the King of kings!
Every throne bows,
every heart sings!
Reign over all,
from the mountains to the seas!
The Lord is exalted —
and all creation agrees!
Reign forever…
the King over all!
¡Aplaudan, naciones, rugan al unísono!
El Rey asciende, Su trono está firme.
¡Griten con voces poderosas!
Toda nación se inclina, toda corona cae.
Él reina sobre la tormenta,
los cielos tiemblan ante Su llamado.
La tierra se estremece bajo Sus pies,
los gobernantes se desvanecen, los soberbios caerán.
Canten alabanzas, pues Él cabalga sobre las nubes,
Su estandarte es la victoria, Su manto es la misericordia.
Él eligió a las tribus, levantó a los santos,
Sus promesas permanecen cuando el mundo se descompone.
¡Aplaudan sus manos!
¡Griten al Rey de reyes!
¡Todo trono se inclina,
todo corazón canta!
¡Reina sobre todo,
desde las montañas hasta los mares!
El Señor es exaltado,
y toda la creación lo confirma.
Los escudos de la tierra le pertenecen,
los gritos de guerra terminarán en Su himno.
Desde Sion viene la ley del amor,
Su Espíritu reina, Su voluntad se impone.
¡Regocíjense! ¡El Señor reina!
¡Regocíjense! ¡El mundo lo proclama!
Todo rey y todo trono
se postran ante el Gran Desconocido.
¡Aplaudan sus manos!
¡Griten al Rey de reyes!
¡Todo trono se inclina,
todo corazón canta!
¡Reina sobre todo,
desde las montañas hasta los mares!
El Señor es exaltado,
y toda la creación lo confirma.
Reina por siempre…
el Rey sobre todo.
Este canto está inspirado en el Salmo 47, una proclamación universal del reinado de Dios sobre todas las naciones. Su tono es triunfal, majestuoso y lleno de júbilo: un llamado global a reconocer la soberanía absoluta del Señor. La imagen de “aplaudir” y “gritar” no representa desorden, sino adoración apasionada; una celebración del Dios que gobierna con justicia, poder y misericordia.
El texto presenta un contraste entre la fragilidad de los reinos humanos y la eternidad del Reino divino. “Toda nación se inclina, toda corona cae” resume el mensaje profético de que ningún poder terrenal puede resistir ante la majestad de Cristo. El eco de Filipenses 2:10–11 se percibe con fuerza:
“Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla… y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor.”
La frase “Él cabalga sobre las nubes” evoca al Rey celestial del Salmo 68 y de Daniel 7, una figura mesiánica que se cumple en Cristo, el Hijo del Hombre que asciende en gloria. Su “estandarte de victoria” y “manto de misericordia” revelan el equilibrio perfecto entre justicia y gracia: Él conquista, pero Su conquista es redentora.
La línea “Desde Sion viene la ley del amor” une la antigua revelación del monte Sion con el nuevo pacto en el Espíritu. La ley ya no está escrita en piedra, sino en los corazones de los redimidos (Jeremías 31:33).
El estribillo —“¡Aplaudan sus manos! ¡Griten al Rey de reyes!”— transmite una adoración coral y universal. Es la respuesta natural del cosmos ante el Señorío de Cristo: montañas, mares, pueblos y reyes se unen en un mismo canto.
El cierre reafirma el tema central:
“Reina por siempre, el Rey sobre todo.”
Teológicamente, este final declara la eternidad del reinado de Dios, la consumación de Su Reino y el triunfo final sobre toda rebelión. Emocionalmente, el texto despierta una mezcla de gozo, asombro y reverencia: no es solo un himno de victoria, sino también un llamado a la adoración humilde ante el Dios que reina por siempre, cuya majestad trasciende todo poder humano.