La canción confronta la arrogancia humana que intenta igualar su palabra a la de Dios. Denuncia la falsa enseñanza de que el hombre puede “decretar” o “manifestar” realidades por su propia voz, recordando que solo el Creador tiene poder para dar vida y ordenar el universo.
Mientras algunos convierten la fe en un acto de control, el verdadero creyente se humilla y confía en la soberanía divina.
El mensaje central afirma que la palabra humana es polvo frente al poder eterno de Cristo, cuya voz separa la luz de las tinieblas, sostiene la creación y redime a la humanidad.
Todo termina con una proclamación solemne: solo Jesús es el Verbo viviente, el Señor ante quien toda rodilla se doblará.
From fear to fire,
from silence to song,
the dead rose in hope,
the Spirit moves us strong.
He walked the streets, the carpenter’s Son,
spoke of the Kingdom, the will of the One.
The cross appeared, His blood poured out,
fulfilling prophecies, removing doubt.
From tomb to sky, the veil torn wide,
disciples transformed, with courage inside.
No temple walls, no worldly throne,
He lives, He reigns, He calls us home.
Not by sword, not by fame,
but by Spirit, they bore His name.
The Spirit moves!
He fills our hearts with flame!
From Jerusalem to the ends of the earth,
the Gospel spreads, proclaiming new birth!
Christ alive, in power and might,
His light breaks darkness, His truth ignites!
Jews scattered wide, across the lands,
Greek words spoken through faithful hands.
Love for the poor, the sick, the weak,
a testimony louder than words could speak.
Martyrs rose, they would not deny,
the living Christ, who reigns on high.
No empire, no law, no worldly chain,
could halt the Spirit, could restrain His reign.
The flame burns on!
The Spirit drives!
From fear to faith,
the Church survives!
The Spirit moves!
He fills our hearts with flame!
From Jerusalem to the ends of the earth,
the Gospel spreads, proclaiming new birth!
Christ alive, in power and might,
His light breaks darkness, His truth ignites!
Alive in us,
through time and trial,
the Spirit moves,
and Christ remains our guide.
De miedo a fuego,
del silencio a canción,
los muertos se levantaron con esperanza,
el Espíritu nos mueve con fuerza.
Él caminó por las calles, el Hijo del carpintero,
habló del Reino, de la voluntad del Único.
La cruz apareció, Su sangre se derramó,
cumpliendo profecías, eliminando toda duda.
Del sepulcro al cielo, el velo rasgado de par en par,
los discípulos transformados, con valor en su interior.
No hay muros de templo, ni trono terrenal,
Él vive, Él reina, nos llama a casa.
No por espada, ni por fama,
sino por Espíritu, llevaron Su nombre.
¡El Espíritu se mueve!
¡Llena nuestros corazones de llama!
Desde Jerusalén hasta los confines de la tierra,
el Evangelio se extiende, proclamando nuevo nacimiento.
Cristo vivo, en poder y autoridad,
Su luz rompe la oscuridad, Su verdad enciende.
Los judíos dispersos, por todas las tierras,
palabras griegas habladas por manos fieles.
Amor por los pobres, los enfermos, los débiles,
un testimonio más fuerte que cualquier palabra.
Los mártires se levantaron, no lo negarían,
el Cristo vivo, que reina en lo alto.
Ningún imperio, ninguna ley, ninguna cadena mundana,
pudo detener al Espíritu, ni restringir Su reinado.
¡La llama sigue ardiendo!
¡El Espíritu impulsa!
De miedo a fe,
la Iglesia sobrevive.
¡El Espíritu se mueve!
¡Llena nuestros corazones de llama!
Desde Jerusalén hasta los confines de la tierra,
el Evangelio se extiende, proclamando nuevo nacimiento.
Cristo vivo, en poder y autoridad,
Su luz rompe la oscuridad, Su verdad enciende.
Vivo en nosotros,
a través del tiempo y la prueba,
el Espíritu se mueve,
y Cristo permanece como nuestra guía.
Teológicamente, esta letra enfatiza la obra del Espíritu Santo en la expansión del Reino de Dios. Refleja cómo, después de la resurrección, la vida de Cristo y Su sacrificio impulsaron a los discípulos a predicar con valentía y transformar vidas, cumpliendo profecías y estableciendo la Iglesia. La canción subraya que el poder del Evangelio no depende de armas, fama o poder humano, sino del Espíritu Santo que da valentía, guía y autoridad espiritual. Además, resalta la universalidad del mensaje: desde Jerusalén hasta los confines de la tierra, el Evangelio rompe barreras culturales y geográficas.
Emocionalmente, provoca esperanza y empoderamiento. Invita al creyente a reconocer que, aunque enfrentemos miedo, persecución o pruebas, el Espíritu nos llena de valor y fuego interior, y que la presencia de Cristo nos guía en cada circunstancia. La imagen de “de miedo a fuego, del silencio a canción” transmite transformación, valentía y resurrección espiritual, recordando que la Iglesia vive y crece a través de la obra activa del Espíritu Santo.