Esta canción es una denuncia profética contra la corrupción y la injusticia del mundo, con un mensaje de esperanza en medio del caos. Las imágenes de una ciudad en llamas y calles gritando reflejan un sistema dominado por la codicia y el poder, donde los inocentes sufren. Sin embargo, el tema central es la fidelidad de Dios: aunque el mal parezca triunfar, Su justicia no puede ser silenciada.
El Espíritu de la canción clama que llegará el día en que las estructuras corruptas caerán y el Señor restaurará lo que fue roto. La fuerza de la fe y la certeza del juicio divino sostienen el mensaje final: Dios reina sobre toda injusticia, y Su justicia prevalecerá para siempre.
The city burns, the streets are screaming.
Voices rise while the mighty lie.
Greed controls, the innocent fall.
Righteous hearts will stand tall.
Towers of gold, hearts sold for power.
Bribes and lies stain every hall.
Justice silenced, mercy forgotten.
The oppressed cry, but God sees all.
Corruption spreads like wildfire.
The innocent crushed under desire.
Yet in the shadows, a hand remains.
Guiding hearts through chains and pain.
Though the world is broken, God will not leave.
He lifts the fallen, He rights the wrong.
No tyrant’s power, no city’s flame
Can silence justice in His name.
Truth will rise, hope will endure.
The Lord’s hand is strong and sure.
Children cry, the streets are burning.
Wars rage, the corrupt keep learning.
Pillars of greed will tumble down.
Sin will crush every crown.
Wrath is coming, the scales will tip.
Every tear counted, every broken lip.
Those who plot will meet their end.
The Lord redeems, the Lord defends.
The meek will rise, the hopeless restored.
He shatters lies with His mighty word.
Though nations tremble and empires fall,
The Lord of Heaven governs all.
Though the world is broken, God will not leave.
He lifts the fallen, He rights the wrong.
No tyrant’s power, no city’s flame
Can silence justice in His name.
Truth will rise, hope will endure.
The Lord’s hand is strong and sure.
Justice will rise, the weak will stand.
The Lord reigns forever in the land.
La ciudad arde, las calles gritan.
Las voces se alzan mientras los poderosos yacen.
La codicia gobierna, los inocentes caen.
Los corazones justos se mantendrán en pie.
Torres de oro, corazones vendidos por poder.
Sobornos y mentiras manchan cada salón.
La justicia es silenciada, la misericordia olvidada.
Los oprimidos claman, pero Dios todo lo ve.
La corrupción se extiende como fuego salvaje.
Los inocentes son aplastados por el deseo.
Sin embargo, en las sombras, una mano permanece,
guiando corazones entre cadenas y dolor.
Aunque el mundo esté roto, Dios no se irá.
Él levanta al caído, Él endereza lo torcido.
Ningún poder tirano, ninguna llama de ciudad
puede silenciar la justicia en Su nombre.
La verdad se levantará, la esperanza perdurará.
La mano del Señor es fuerte y segura.
Los niños lloran, las calles arden.
Las guerras rugen, los corruptos persisten.
Los pilares de la codicia caerán.
El pecado aplastará toda corona.
La ira viene, la balanza se inclinará.
Cada lágrima contada, cada herida recordada.
Los que traman maldad hallarán su fin.
El Señor redime, el Señor defiende.
Los mansos se alzarán, los desesperados serán restaurados.
Él destruye las mentiras con Su poderosa palabra.
Aunque las naciones tiemblen y los imperios caigan,
el Señor del cielo gobierna sobre todos.
Aunque el mundo esté roto, Dios no se irá.
Él levanta al caído, Él endereza lo torcido.
Ningún poder tirano, ninguna llama de ciudad
puede silenciar la justicia en Su nombre.
La verdad se levantará, la esperanza perdurará.
La mano del Señor es fuerte y segura.
La justicia se levantará, los débiles estarán firmes.
El Señor reina por siempre en la tierra.
Esta letra es una profecía poética contemporánea, que describe el caos moral y social del mundo moderno a la luz del carácter inmutable de Dios. Es una visión apocalíptica en la que las estructuras humanas —la política, la economía, la violencia y la corrupción— son puestas al desnudo frente a la santidad y justicia divina.
El tono recuerda a los profetas del Antiguo Testamento, especialmente a Isaías, Amós, Miqueas y Habacuc, quienes denunciaron los pecados de las naciones, la opresión del débil y la falsa seguridad de los poderosos.
Versos como “La justicia es silenciada, la misericordia olvidada” o “Los oprimidos claman, pero Dios todo lo ve” evocan directamente el eco de Amós 5:24 —“Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”— y Proverbios 15:3 —“Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.”
La repetición del estribillo “Aunque el mundo esté roto, Dios no se irá” refleja una teología de esperanza activa: no se trata de una espera pasiva del juicio, sino de la confianza firme en que Dios permanece en medio del caos. Él no abandona la creación; más bien, su justicia se revelará con fuerza y su misericordia restaurará a los humildes.
Emocionalmente, el poema oscila entre la indignación profética y la adoración esperanzada. Denuncia la corrupción, el abuso de poder y el dolor de los inocentes, pero al mismo tiempo proclama la certeza de que el Señor “levanta al caído” y “endereza lo torcido”.
En la línea final, “La justicia se levantará, los débiles estarán firmes”, se condensa el mensaje escatológico: Dios no solo corregirá el mal, sino que invertirá el orden injusto del mundo, cumpliendo las palabras de Jesús en Mateo 5:5 —“Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.”
En resumen, esta composición expresa una esperanza ardiente en el gobierno soberano de Dios, recordando que, aun cuando las ciudades arden y los sistemas humanos fallan, la justicia divina permanece firme y el Reino de Dios avanza con poder eterno.