Es un himno de identidad eterna.
Una proclamación contra el engaño del mundo y la marca del pecado.
El creyente no pertenece a las tinieblas, sino al fuego redentor que arde desde la cruz.
Cada cicatriz se convierte en testimonio, cada herida en sello divino.
Su sangre no solo limpia, sino que reclama, protege y transforma.
Somos marcados, no por temor, sino por gracia — sellados para siempre en Cristo.
The sky cracks open, I hear the call
Sealed by the fire that burns it all
No mark of the beast will own my name
For I’m branded by blood, the crimson flame
Hands of mercy, pierced and torn
Signed my soul on redemption’s form
Through the storm, through the scars, I stand
I bear the mark of His hand
Marked by His blood, washed and alive
From the grave, His glory survives
No chain remains, no sin defines
I’m sealed forever, I belong to Christ
I can feel it burn beneath my skin
The holy fire that breaks my sin
Raging truth, consuming night
The Cross ignites eternal light
The world will fade, the Word remains
His blood still speaks through endless flames
In every breath, His seal proclaims
That mercy reigns above my shame
Marked – not by fear
Marked – by grace so near
Marked – the blood declares
I am His, I am His
Marked by His blood, washed and alive
Heaven roars, the Son has arrived
Every wound becomes divine
I’m sealed forever, I belong to Christ
El cielo se abre, escucho el llamado,
sellado por el fuego que todo ha quemado.
Ninguna marca de la bestia llevará mi nombre,
pues estoy marcado por la sangre, la llama carmesí.
Manos de misericordia, traspasadas y desgarradas,
firmaron mi alma en el libro de la redención.
A través de la tormenta, a través de las cicatrices, permanezco firme,
llevo la marca de Su mano.
Marcado por Su sangre, lavado y vivo,
desde la tumba, Su gloria ha sobrevivido.
No queda cadena, ningún pecado me define,
estoy sellado para siempre, pertenezco a Cristo.
Puedo sentirlo arder bajo mi piel,
el fuego santo que destruye mi maldad.
Verdad ardiente, noche consumida,
la cruz enciende luz eterna.
El mundo se desvanecerá, Su Palabra permanece,
Su sangre aún habla entre las llamas infinitas.
En cada aliento, Su sello proclama
que la misericordia reina sobre mi vergüenza.
Marcado — no por miedo,
marcado — por gracia cercana,
marcado — la sangre declara:
soy Suyo, soy Suyo.
Marcado por Su sangre, lavado y vivo,
el cielo ruge, el Hijo ha venido.
Cada herida se vuelve divina,
estoy sellado para siempre, pertenezco a Cristo.
Esta letra expresa con fuerza el tema de la identidad redimida del creyente, sellado por la sangre de Cristo en contraste con la marca de la bestia. Es una declaración de fe firme, que afirma que la verdadera marca del cristiano es espiritual y eterna, grabada por el sacrificio del Cordero.
Teológicamente, refleja la doctrina de la redención y el sello del Espíritu Santo (Efesios 1:13–14). El creyente no pertenece al mundo ni a los poderes del mal, sino a Cristo, quien lo compró con Su sangre. El fuego que “arde bajo la piel” simboliza la presencia transformadora del Espíritu, purificando y renovando el alma.
Emocionalmente, la canción transmite poder, libertad y pertenencia. Es un grito de victoria sobre el pecado y la muerte, donde cada cicatriz se convierte en testimonio de gracia. El fuego y la sangre no representan destrucción, sino purificación y vida eterna. El mensaje final es claro: nada puede borrar el sello del amor de Cristo sobre quienes Le pertenecen.
“The sky cracks open, I hear the call
Sealed by the fire that burns it all
No mark of the beast will own my name
For I’m branded by blood, the crimson flame”
El cielo que se abre representa que Dios nos llama (Mateo 24:30).
“Sellado por fuego” habla del Espíritu Santo que nos protege y purifica (Efesios 1:13).
No tenemos la marca de la bestia porque pertenecemos a Cristo (Apocalipsis 7:3).
La sangre de Jesús nos da seguridad y vida (1 Pedro 1:19).
“Hands of mercy, pierced and torn
Signed my soul on redemption’s form
Through the storm, through the scars, I stand
I bear the mark of His hand”
Las manos de Jesús en la cruz muestran Su amor y sacrificio (Juan 20:27).
Nuestra redención está asegurada por Su sacrificio (Colosenses 2:14).
Aunque enfrentemos dificultades, permanecemos firmes (Efesios 6:13).
“Marked by His blood, washed and alive
From the grave, His glory survives
No chain remains, no sin defines
I’m sealed forever, I belong to Christ”
La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado (Apocalipsis 1:5).
Resucitamos con Cristo, ya no estamos atados al pecado (Romanos 6:4, 8:1).
Somos propiedad de Dios, sellados para siempre (1 Corintios 6:20, Efesios 4:30).
“I can feel it burn beneath my skin
The holy fire that breaks my sin
Raging truth, consuming night
The Cross ignites eternal light”
El fuego representa al Espíritu Santo que nos transforma (Mateo 3:11).
La cruz de Jesús vence la oscuridad y trae luz eterna (Juan 1:5).
“The world will fade, the Word remains
His blood still speaks through endless flames
In every breath, His seal proclaims
That mercy reigns above my shame”
El mundo pasa, pero la Palabra de Dios es eterna (Isaías 40:8, 1 Juan 2:17).
La sangre de Jesús sigue intercediendo por nosotros (Hebreos 12:24).
La misericordia de Dios cubre nuestra culpa (Santiago 2:13).
“Marked – not by fear
Marked – by grace so near
Marked – the blood declares
I am His”
No vivimos con miedo, sino con gracia y confianza en Dios (2 Timoteo 1:7, Romanos 8:16).
La sangre de Jesús confirma nuestra identidad: somos de Cristo (Isaías 43:1).