Esta canción es una proclamación poderosa inspirada en el mensaje del apóstol Pablo en Hechos 17:28 —“En Él vivimos, nos movemos y somos”. Con un tono épico y teológico, declara que toda existencia procede del Creador, no del azar ni de la fuerza humana.
Las letras describen la confrontación entre la sabiduría del mundo y la revelación divina: mientras los filósofos buscan respuestas en sus ideas, Pablo revela al Dios desconocido como la fuente de toda vida. El mensaje central es que todo lo que somos —nuestro movimiento, aliento y propósito— fluye del poder eterno de Dios, quien sostiene el universo y trasciende la muerte misma.
We move in His shadow,
breathe in His power.
Every step, every thought,
alive within the eternal hour.
Paul spoke to minds unknowing,
philosophers frozen in their creed.
He showed the One beyond their temples,
the source of life, the ground of need.
He made the world, set limits and time,
called all to seek, to hear the rhyme.
In Him we live, in Him we move,
in Him we are — the Spirit proves.
Not by our hands, not by our might,
all existence flows from His light.
Every motion, every breath,
depends on Him, defies all death.
In Him we live!
In Him we move!
In Him we are!
Our being, our purpose, our truth!
From the stars to the deepest sea,
our life belongs to eternity!
Ancient poets hinted at the truth,
but Paul pierced with revelation’s proof.
Not chance, not time, not mortal hand,
but the Creator holds all the land.
All that exists, all thought and deed,
flows from the One who meets every need.
We rise, we fall, we act, we dream,
all within the sphere of the unseen.
We live, we move, we are in Him!
Every heartbeat, every limb!
Not our power, not our claim,
all flows from His eternal name!
In Him we live!
In Him we move!
In Him we are!
Our being, our purpose, our truth!
From the stars to the deepest sea,
our life belongs to eternity!
Every motion, every breath,
in Him we live, beyond all death…
Nos movemos en Su sombra,
respiramos Su poder.
Cada paso, cada pensamiento,
vivos dentro de la hora eterna.
Pablo habló a mentes ignorantes,
filósofos congelados en su credo.
Mostró al Uno más allá de sus templos,
la fuente de vida, el fundamento de toda necesidad.
Él creó el mundo, estableció límites y tiempo,
llamó a todos a buscar, a escuchar el ritmo.
En Él vivimos, en Él nos movemos,
en Él somos — el Espíritu lo demuestra.
No por nuestras manos, no por nuestra fuerza,
toda existencia fluye de Su luz.
Cada movimiento, cada respiración,
depende de Él, desafía toda muerte.
¡En Él vivimos!
¡En Él nos movemos!
¡En Él somos!
¡Nuestro ser, nuestro propósito, nuestra verdad!
Desde las estrellas hasta el mar más profundo,
nuestra vida pertenece a la eternidad.
Poetas antiguos insinuaron la verdad,
pero Pablo penetró con la prueba de la revelación.
No el azar, ni el tiempo, ni la mano mortal,
sino el Creador sostiene toda la tierra.
Todo lo que existe, todo pensamiento y acción,
fluye del Uno que satisface toda necesidad.
Nos levantamos, caemos, actuamos, soñamos,
todo dentro de la esfera de lo invisible.
¡Vivimos, nos movemos, somos en Él!
Cada latido, cada miembro.
No nuestro poder, no nuestra pretensión,
todo fluye de Su nombre eterno.
¡En Él vivimos!
¡En Él nos movemos!
¡En Él somos!
¡Nuestro ser, nuestro propósito, nuestra verdad!
Desde las estrellas hasta el mar más profundo,
nuestra vida pertenece a la eternidad.
Cada movimiento, cada respiración,
en Él vivimos, más allá de toda muerte…
Esta canción refleja una visión profunda de la soberanía de Dios y nuestra dependencia absoluta de Él, usando la enseñanza de Pablo como eje central (Hechos 17:24-28; Colosenses 1:16-17). La letra enfatiza que toda existencia, pensamiento y acción dependen del Creador, y que la vida verdadera solo se encuentra en comunión con Él. No hay mérito humano que sostenga la existencia; todo fluye de Su poder y propósito eterno.
Teológicamente, subraya la unidad de nuestra vida con Cristo y el Espíritu: “En Él vivimos, nos movemos, somos” resume la idea de que nuestra identidad y nuestro propósito están completamente arraigados en Dios, recordando que nada en la creación escapa a Su influencia. También muestra la continuidad entre la revelación antigua y la revelación apostólica, destacando cómo la verdad de Dios trasciende el tiempo y los sistemas humanos de pensamiento.
Emocionalmente, el texto transmite asombro, reverencia y seguridad. La repetición de “En Él vivimos, nos movemos, somos” produce un efecto de afirmación y confianza, evocando la certeza de que incluso ante lo desconocido o lo invisible, nuestra vida está sostenida por el poder eterno de Dios. Es un canto de entrega y dependencia, invitando al creyente a reconocer que todo lo que somos y hacemos pertenece a Su reino, y que nuestra existencia tiene significado dentro de Su propósito eterno.