Es una canción contemplativa y trascendente que explora el peso eterno de cada acción, palabra y decisión. Con una poesía cargada de reverencia, recuerda que nada se pierde ante los ojos de Dios y que todo lo hecho con amor trasciende más allá del tiempo.
A través de una atmósfera melódica y espiritual, los versos invitan a reflexionar sobre la huella que dejamos y la voz de lo eterno que resuena en cada alma redimida.
Una canción sobre memoria, propósito y redención: porque el cielo recuerda lo que fue hecho en Su nombre.
The silence remembers...
Every word... every breath...
Every seed I sow, will bloom in time
Every choice I make, crosses the line
Echoes ride through endless skies
Nothing fades, nothing dies
What you build in love, remains
What you do in hate, stains
Echoes of eternity, calling my name
What I’ve done will rise again
Through the ashes, through the flame
Every moment speaks His name
Hear the sound of the unseen
Time bends where faith has been
Echoes of eternity, calling my name
Heaven remembers, never the same
Through the ashes, through the flame
Forever marked by His name
El silencio recuerda…
Cada palabra… cada aliento…
Cada semilla que siembro, florecerá a su tiempo
Cada elección que hago, cruza la línea
Los ecos viajan por cielos infinitos
Nada se desvanece, nada muere
Lo que construyes en amor, permanece
Lo que haces en odio, mancha
Ecos de eternidad, llamando mi nombre
Lo que he hecho resurgirá
A través de las cenizas, a través del fuego
Cada momento pronuncia Su nombre
Escucha el sonido de lo invisible
El tiempo se dobla donde la fe ha estado
Ecos de eternidad, llamando mi nombre
El cielo recuerda, nunca igual
A través de las cenizas, a través del fuego
Marcado para siempre por Su nombre
Teológicamente, esta canción refleja la permanencia de las acciones y la responsabilidad ante Dios. Cada decisión, ya sea en amor o en odio, deja huella y tiene repercusiones eternas, recordando el principio bíblico de que “cada uno recibirá según lo que haya hecho” (2 Corintios 5:10). La frase “Ecos de eternidad, llamando mi nombre” sugiere que nuestras vidas se inscriben en la memoria divina y que Dios recuerda tanto nuestras acciones como nuestra fe, y que nada se pierde ante Su justicia y gracia.
Emocionalmente, transmite una mezcla de temor reverente y esperanza consoladora. Por un lado, nos invita a reconocer que nada escapa al conocimiento de Dios; por otro, nos da seguridad de que lo que hacemos en amor y fe tiene un impacto duradero. La imagen de “a través de las cenizas, a través del fuego” evoca la idea de purificación y transformación: incluso los momentos de dolor y prueba pueden glorificar a Dios y dejar una marca eterna. Es un llamado a vivir con conciencia y esperanza en la eternidad.