Esta canción revive la historia de Jonás como un llamado eterno a la obediencia y a la misericordia de Dios. Muestra el conflicto humano entre huir del mandato divino y rendirse a su voluntad. Desde las profundidades del mar hasta las calles de Nínive, resuena el poder del arrepentimiento y la gracia que perdona. Es un recordatorio de que Dios no busca destruir, sino restaurar, y que su compasión alcanza incluso a los que parecen más lejos. Su mensaje sigue siendo el mismo: ve, habla, llama… porque su misericordia salva.
The word of the Lord came to Jonah…
“Go to Nineveh, cry against their wickedness.”
He ran from the presence of God,
Into the storm and the raging sea.
Swallowed by the deep,
Three days in the belly of the fish.
From darkness, he prayed…
And the Lord heard his cry.
Deliverance came, the storm subsided,
And Jonah obeyed.
Go, go to Nineveh!
Cry against their sins, call them to turn.
Go, go to Nineveh!
God is merciful, His mercy saves.
The people believed, from great to small…
They fasted, they repented,
Even the king laid sackcloth upon himself.
God saw their hearts,
And He relented, sparing the city.
The Lord is gracious, slow to anger…
Abundant in mercy to all who turn!
The reluctant prophet learned His ways,
The city was saved by obedience and faith.
Go, go to Nineveh!
Cry against their sins, call them to turn.
Go, go to Nineveh!
God is merciful, His mercy saves.
From the sea to the city,
God’s message prevails.
Obedience and repentance…
Bring salvation and mercy to all.
La palabra del Señor vino a Jonás…
“Ve a Nínive, clama contra su maldad.”
Huyó de la presencia de Dios,
hacia la tormenta y el mar embravecido.
Tragado por las profundidades,
tres días en el vientre del pez.
Desde la oscuridad, oró…
y el Señor escuchó su clamor.
La liberación llegó, la tormenta cesó,
y Jonás obedeció.
Ve, ve a Nínive,
clama contra sus pecados, llámalos a volverse.
Ve, ve a Nínive,
Dios es misericordioso, Su misericordia salva.
El pueblo creyó, desde el grande hasta el pequeño,
ayunaron, se arrepintieron,
incluso el rey se vistió de cilicio.
Dios vio sus corazones,
y se arrepintió de castigar, salvando la ciudad.
El Señor es clemente, lento para la ira,
abundante en misericordia para todos los que se vuelven a Él.
El profeta renuente aprendió Sus caminos,
la ciudad fue salvada por la obediencia y la fe.
Ve, ve a Nínive,
clama contra sus pecados, llámalos a volverse.
Ve, ve a Nínive,
Dios es misericordioso, Su misericordia salva.
Desde el mar hasta la ciudad,
el mensaje de Dios prevalece.
La obediencia y el arrepentimiento
traen salvación y misericordia a todos.
Esta canción está basada fielmente en el libro de Jonás, pero más que una narración histórica, el autor la presenta como un retrato del corazón de Dios y del llamado misionero que todo creyente recibe. Jonás representa al creyente que huye del propósito divino por temor, orgullo o desobediencia, mientras que Nínive encarna al mundo perdido que necesita escuchar la verdad para ser transformado.
El mensaje central es la soberanía y misericordia de Dios. A pesar de la resistencia de Jonás, Dios persigue su plan redentor. El mar, el pez y la ciudad se convierten en escenarios de su gracia irresistible. La canción subraya que Dios no abandona su propósito aunque el mensajero falle, y que su misericordia es más grande que la dureza del corazón humano.
El momento en que Jonás clama “desde la oscuridad” expresa la conversión interior del profeta. Allí entiende que no puede huir de la presencia de Dios y que la obediencia es el camino hacia la verdadera libertad. Cuando canta “Y Jonás obedeció”, no se trata de una simple acción externa, sino de un acto de rendición espiritual.
El estribillo “Ve a Nínive” funciona como un eco profético para la Iglesia de hoy. El autor invita a los creyentes a cumplir el llamado misionero, recordando que la misericordia de Dios sigue siendo más fuerte que el juicio y que el arrepentimiento genuino trae salvación.
El cierre —“Desde el mar hasta la ciudad, el mensaje de Dios prevalece”— celebra la victoria de la Palabra divina sobre la rebeldía humana. El sentido emocional es de esperanza, redención y asombro ante un Dios que transforma tanto al profeta como al pueblo.
En resumen, la canción exalta tres verdades teológicas:
La obediencia nace del quebrantamiento.
La misericordia de Dios no tiene fronteras.
El arrepentimiento abre el camino a la salvación.