Esta canción es una representación apocalíptica inspirada en el libro de Apocalipsis, donde el dragón simboliza el poder del mal que se levanta contra Dios y Su pueblo. En medio del caos, la letra describe la fidelidad de los redimidos, sellados por el Señor y firmes ante la oscuridad del mundo.
El tema central es la victoria final de Cristo: aunque el dragón ruja y las naciones tiemblen, el Cordero triunfa y Su Reino prevalece. Cada verso refleja el choque entre la corrupción terrenal y la justicia divina, culminando en una proclamación gloriosa: el mal caerá, el Cordero reinará y los fieles vivirán para siempre en Su presencia.
A dragon stirs in the abyss,
fire and shadow, chaos and hiss.
The beast emerges, horns and lies,
the world trembles under crimson skies.
They worship power, they bow to sin,
the mark of destruction on their skin.
The faithful flee, the earth shakes,
masses scatter, the night awakes.
In heaven, the song of the redeemed,
one hundred forty-four thousand, voices convened.
Sealed in purpose, unshaken by fear,
their anthem rises, the end draws near.
The dragon rages, the earth will quake,
but the Lord of Hosts will not forsake.
Heaven responds, armies align,
the battle rages across space and time.
Revelation rising!
The end is near!
The faithful stand,
their hearts clear!
Dragons fall, the beast undone,
His kingdom comes, the victory won!
Smoke and fire, the rivers run red,
mighty judgments poured from heaven’s stead.
The fallen flee, the oppressors cry,
the Lamb stands tall, the saints draw nigh.
No fear, no shame, no worldly lie,
they walk in light where shadows die.
Trumpets sound, the scrolls unfold,
the story of God, eternally told.
Run, hide, resist the lie!
Stand, rise, the Lamb is nigh!
Sealed and chosen, we will endure,
the Dragon falls, the end is sure!
Revelation rising!
The end is near!
The faithful stand,
their hearts clear!
Dragons fall, the beast undone,
His kingdom comes, the victory won!
He reigns above the storm,
His justice sharp, His mercy warm.
The redeemed will see His face,
forever safe in His embrace.
Un dragón se agita en el abismo,
fuego y sombra, caos y siseo.
La bestia emerge, cuernos y mentiras,
el mundo tiembla bajo cielos carmesí.
Adoran el poder, se inclinan ante el pecado,
la marca de la destrucción en su piel.
Los fieles huyen, la tierra se estremece,
las multitudes se dispersan, la noche despierta.
En el cielo, el canto de los redimidos,
ciento cuarenta y cuatro mil, voces reunidas.
Sellados en propósito, inquebrantables ante el miedo,
su himno se eleva, el fin se acerca.
El dragón ruge, la tierra temblará,
pero el Señor de los Ejércitos no abandonará.
El cielo responde, los ejércitos se alinean,
la batalla arde a través del espacio y el tiempo.
¡Apocalipsis ascendiendo!
¡El fin está cerca!
Los fieles permanecen,
sus corazones limpios.
Caen los dragones, la bestia destruida,
viene Su reino, la victoria ganada.
Humo y fuego, los ríos corren rojos,
juicios poderosos vertidos desde el cielo.
Los caídos huyen, los opresores claman,
el Cordero se mantiene firme, los santos se acercan.
Sin miedo, sin vergüenza, sin mentira mundana,
caminan en luz donde las sombras mueren.
Suena la trompeta, los rollos se despliegan,
la historia de Dios, contada eternamente.
¡Huye, escóndete, resiste la mentira!
¡Ponte de pie, levántate, el Cordero está cerca!
Sellados y elegidos, perseveraremos,
el Dragón cae, el fin es seguro.
¡Apocalipsis ascendiendo!
¡El fin está cerca!
Los fieles permanecen,
sus corazones limpios.
Caen los dragones, la bestia destruida,
viene Su reino, la victoria ganada.
Él reina sobre la tormenta,
Su justicia afilada, Su misericordia cálida.
Los redimidos verán Su rostro,
seguro por siempre en Su abrazo.
Sentido teológico y emocional:
La canción retrata la batalla espiritual final descrita en el libro de Apocalipsis, mostrando la lucha entre la maldad representada por el dragón y la bestia, y la fidelidad de Dios que protege a Su pueblo. Los creyentes sellados y escogidos simbolizan a los redimidos que permanecen firmes en medio del caos, inquebrantables ante el miedo y la opresión, mientras la justicia de Dios se manifiesta y el mal es finalmente derrotado.
Teológicamente, refleja la soberanía de Dios sobre el mal, Su justicia y Su misericordia, recordando que ningún poder del mundo o del enemigo puede vencer Su plan. La referencia a los 144.000 y al Cordero señala la fidelidad del pueblo elegido y la victoria de Cristo sobre la oscuridad y la destrucción.
Emocionalmente, la letra transmite tensión, esperanza y triunfo. Inspira a la valentía y la perseverancia, mostrando que aunque el mundo se estremezca y el enemigo parezca poderoso, los creyentes firmes en Dios verán la victoria definitiva y la protección eterna del Cordero. La narrativa genera un sentimiento de asombro y reverencia ante el poder y la gloria de Dios, y la certeza de la redención final.