La canción retrata la voz de Dios manifestándose tanto en la fuerza del trueno como en la suavidad del susurro. Desde el monte temblando ante Moisés hasta el silencio donde habló con Elías, muestra que el poder divino no se limita al estruendo del cielo, sino que también se revela en la calma que sana y transforma el alma.
Cada sonido de la creación —ya sea tormenta o quietud— obedece a Su voz.
El mensaje central es que Dios habla de múltiples formas: a veces sacude montañas, otras veces restaura corazones. Su voz atraviesa el caos, trae orden, rompe la oscuridad y sana el dolor.
Lightning splits the sky,
the mountain quakes, the earth replies.
A voice rolls like a storm,
yet in the silence, it comforts the worn.
The heavens roar, the waters bow,
Moses trembles, the clouds avow.
A trumpet calls, a sound of fear,
but within the echo, God draws near.
Power that shakes the very ground,
yet in the hush, His love is found.
All creation feels the sound,
some hear thunder, some hear calm.
Every voice reveals His plan,
in storm or whisper, He commands.
Thunder and whisper, He speaks to the soul,
shaking the mountains, yet making hearts whole!
From the chaos to the stillness, His voice remains,
breaking the night, healing our pains!
Job heard Him in the raging skies,
His voice like fire, yet full of wise.
The crowd heard thunder, some understood,
the Father’s power, eternal and good.
And Elijah knew, in the gentle breeze,
the God of power bends on knees.
Feel the storm!
Hear the calm!
God speaks all ways,
with might and balm!
Thunder and whisper, He speaks to the soul,
shaking the mountains, yet making hearts whole!
From the chaos to the stillness, His voice remains,
breaking the night, healing our pains!
He comes in storms,
He comes in peace,
the voice of God
never shall cease.
El relámpago parte el cielo,
la montaña tiembla, la tierra responde.
Una voz ruge como tormenta,
pero en el silencio, consuela al cansado.
Los cielos rugen, las aguas se inclinan,
Moisés tiembla, las nubes testifican.
Un trompeta llama, un sonido de temor,
pero dentro del eco, Dios se acerca.
Poder que sacude la misma tierra,
pero en la quietud, se encuentra Su amor.
Toda la creación siente el sonido,
algunos oyen trueno, otros paz.
Cada voz revela Su plan,
en tormenta o susurro, Él manda.
Trueno y susurro, habla al alma,
sacudiendo montañas, pero sanando corazones.
Del caos a la quietud, Su voz permanece,
rompiendo la noche, curando nuestro dolor.
Job lo escuchó en los cielos encendidos,
Su voz como fuego, pero llena de sabiduría.
La multitud oyó trueno, algunos entendieron,
el poder del Padre, eterno y bueno.
Y Elías supo, en la brisa suave,
el Dios de poder se inclina en rodillas.
¡Siente la tormenta!
¡Escucha la calma!
Dios habla de todas las formas,
con fuerza y consuelo.
Trueno y susurro, habla al alma,
sacudiendo montañas, pero sanando corazones.
Del caos a la quietud, Su voz permanece,
rompiendo la noche, curando nuestro dolor.
Él viene en tormentas,
Él viene en paz,
la voz de Dios
nunca cesará.
Teológicamente, esta letra refleja la doble naturaleza de la revelación de Dios: su poder impresionante y soberano, visible en el trueno, relámpago y terremotos, y su ternura y cercanía, perceptible en el susurro que consuela. Hace eco de pasajes como Éxodo 19 (Moisés en el monte Sinaí), 1 Reyes 19 (Elías y la voz suave de Dios) y Job 37–38, mostrando que Dios se comunica tanto en la fuerza como en la quietud.
El texto enfatiza que toda la creación responde a Dios, desde la montaña y los ríos hasta los corazones humanos, y que Su voz tiene el poder de sacudir y sanar simultáneamente.
Emocionalmente, provoca asombro, reverencia y seguridad. La persona que lo escucha experimenta la majestad de Dios, pero también su consuelo personal, entendiendo que incluso en las tormentas de la vida, Dios está presente, Su voz guía y Su amor sostiene. La repetición de “trueno y susurro” refuerza la idea de que la grandeza y la intimidad de Dios coexisten, invitando al oyente a confiar en Él en medio del caos y la calma.